Miles
de personas han perdido la vida, durante la primavera árabe,
defendiendo la libertad de su pueblo
La
revolución democrática árabe o primavera árabe tiene lugar en
países principalmente del norte de África. Estas protestas empiezan
en el 2010, los habitantes de estos países árabes se manifiestan en
contra de gobiernos autoritarios y corruptos y exigen democracia y
libertad. Hasta el día de hoy han caído algunos de los regímenes
dictatoriales que llevaban décadas bajo el mandato de presidentes
autoritarios con gobiernos absolutistas y represivos, como es el
cruento caso de Libia que carga con unos 50.000 muertos a su espalda,
o actualmente el de Siria que continúa, y parece que va en camino de
ganar la batalla a Libia en número de muertos. La ONU estima que
debe haber alrededor de unos 30.000 muertos desde que comenzó la
guerra. Esta cifra no es exacta debido a la imposibilidad de entrar
en el país, afirma el periódico La Capital de Argentina.
Muchos
otros países se han visto involucrados en estas revueltas, como es
el caso del Sáhara Occidental, detonante de la primavera árabe,
Túnez, Egipto o Yemen.
Muchas
personas han ido perdiendo la vida en estos conflictos, miles de
personas han muerto defendiendo lo que para nosotros es justo: la
libertad. En las protestas en Túnez, cuenta la CNN de México, al
menos 300 personas murieron y alrededor de 700 resultaron gravemente
heridas. Todo comenzó por la inmolación de un vendedor de fruta, y
a partir de ahí la gente empezó a hacer demostraciones masivas.
Gracias a estas revueltas, el presidente Ben Ali renunció a su cargo
en enero de 2011 dejando al pueblo tunecino disfrutar de su libertad.
La
primavera árabe se extiende, y otros países siguen el ejemplo de
Túnez. Egipto por ejemplo logra derrocar a su presidente, Hosni
Mubarak, en febrero de 2011, tras 18 días de rebelión. Pero estas
revueltas populares, a pesar de que a la larga lograron su principal
objetivo, se llevaron a su paso a unas 365 personas que luchaban por
la democracia y alrededor de 10.000 heridos, que fueron atendidos en
hospitales gubernamentales, centros sanitarios y en centros médicos
de campaña instalados en todas las provincias del país, informa
Intereconomía.
Yemen
es otro de los países afectados por esta primavera árabe y se suman
unos 270 muertos a la lista de fallecidos desde que comenzaron estas
revueltas. Los yemenís se
levantaron y protestaron contra los 33 años de dictadura del
presidente Alí Abdalá Salé que gobernaba bajo un régimen
autocrático.
GDEIM
IZIK: la bomba que movilizó al resto de países
Pero
el gran detonante de la primavera árabe se dio en el Sáhara
Occidental. Tras la invasión del pueblo marroquí, unas diez
familias saharauis decidieron abandonar la ciudad de El Aaiún, el 9
de octubre de 2010, y retirarse con sus jaimas formando un campamento
al que llamaron GDEIM IZIK. A los pocos días se fueron uniendo más
y más familias hasta llegar a un total de 20.000 personas.
La
carretera que llevaba al campamento, entre El Aaiún y la ciudad de
Smara, estaba controlada por el ejército, la germandería
y la policía marroquí, obstaculizando el paso a los recursos y a
las personas que quisieran acceder a GDEIM IZIK. Estas eran
intimidadas con piedras e incluso algunas fueron tiroteadas,
falleciendo o quedando heridas gravemente.
Mohamed
Lamin Mohamed Beshri, activista en lucha por los derechos humanos,
cuenta en un documental para thawra,
iniciativa activista que denuncia los derechos humanos en el Sáhara
Occidental, que el objetivo de este campamento no era otro que luchar
por la libertad del pueblo saharaui. Querían intentar parar el
expolio masivo de los recursos del Sáhara Occidental que llevaba
desde 1975, y cuyo único beneficiario era el ocupante marroquí.
GDEIM IZIK tenía constantemente contacto con el Gobierno marroquí a
través del Comité Organizador del campamento, pero esto no
solucionó absolutamente nada, ya que las propuestas marroquíes no
eran contempladas por los saharauis.
“Cuando se encontraban con los coches de la gente del campamento,
aceleraban y se marchaban rápidamente, evitando cualquier contacto
con nosotros” acusa indignada Hedeidhum Laarussi, primera mujer en
montar su jaima en el campamento, a la MINURSO (Misión de las
Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental).
Varios
días antes del desalojo, el gobernador de El Aaiún intentó entrar
en el campamento con un séquito de militares y policías para
negociar con los saharauis, pero estos no se lo permitieron. Este
rechazo supuso el cierre de la carretera que unía el campamento con
la ciudad. GDEIM IZIK quedó totalmente aislado tanto para las
personas que querían acceder a él, como a los suministros para
poder subsistir.
Un buen día, en el mes de noviembre, los saharauis vieron que el
campamento estaba rodeado de ambulancias, camiones cisternas y
antidisturbios, esto les llamó la atención pero no hizo que
huyeran. Esa misma noche, alrededor de las cinco de la mañana, los
marroquíes empezaron a tirar bombas de gas lacrimógeno, balas de
goma y balas reales. Los hombres saharauis sacaron a sus mujeres y a
los niños del campamento mientras lo defendían tirando piedras
contra los asaltantes.
Cuando los saharauis de la ciudad de El Aaiún se enteraron de que
GDEIM IZIK había sido arrasado, salieron a la calle, quemando y
rompiendo todo aquello que pertenecía al Estado marroquí. La ciudad
estaba vacía, no había ejército para protegerla. Durante dos horas
los saharauis consiguieron liberar el Sáhara, quitaron todas las
banderas marroquíes. Pero esta libertad llegó a su fin cuando
llegaron las tropas marroquíes a la ciudad.
Los marroquíes que vivían en El Aaiún fueron llamados por el
ejército marroquí diciendo: “marroquíes, salid a por los
saharauis, nos quieren echar de nuestra tierra”, estos salieron con
palos y espadas asaltando las casas de los saharauis.
Tras el asalto a GDEIM IZIK se dieron alrededor de 200 detenciones
entre hombres y mujeres. Los llevaron a la cárcel y allí recibieron
toda clase de torturas con palos, cuerdas, sillas y cables eléctricos
entre otros utensilios. Muchas de estas personas hoy en día cuentan
que este hecho marcó su vida, que son personas distintas, antes y
después de GDEIM IZIK.
“Fue un exilio en nuestro propio territorio”, cuenta Mustafa
Ahmed, activista por los derechos humanos. “El ver como todo ha
seguido igual nos ha hecho darnos cuenta de que eso no va a hacer que
cambien las cosas, pero esa pérdida de toda esperanza es lo que nos
lleva a la libertad, porque la vida de los pueblos es mucho más
larga que la de los dictadores que la oprimen”
Los medios de comunicación dieron por sentado que el comienzo de la
llamada primavera árabe tuvo lugar con el conflicto de Túnez. Pero
esto no es así, GDEIM IZIK marcó un antes y un después para todas
estas personas que luchaban únicamente por conservar sus raíces, su
dignidad y sobre todo la libertad de la República Árabe Saharaui
Democrática.
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