jueves, 7 de marzo de 2013

Búsqueda de libertad bajo regímenes opresores


Miles de personas han perdido la vida, durante la primavera árabe, defendiendo la libertad de su pueblo


La revolución democrática árabe o primavera árabe tiene lugar en países principalmente del norte de África. Estas protestas empiezan en el 2010, los habitantes de estos países árabes se manifiestan en contra de gobiernos autoritarios y corruptos y exigen democracia y libertad. Hasta el día de hoy han caído algunos de los regímenes dictatoriales que llevaban décadas bajo el mandato de presidentes autoritarios con gobiernos absolutistas y represivos, como es el cruento caso de Libia que carga con unos 50.000 muertos a su espalda, o actualmente el de Siria que continúa, y parece que va en camino de ganar la batalla a Libia en número de muertos. La ONU estima que debe haber alrededor de unos 30.000 muertos desde que comenzó la guerra. Esta cifra no es exacta debido a la imposibilidad de entrar en el país, afirma el periódico La Capital de Argentina.

Muchos otros países se han visto involucrados en estas revueltas, como es el caso del Sáhara Occidental, detonante de la primavera árabe, Túnez, Egipto o Yemen.

Muchas personas han ido perdiendo la vida en estos conflictos, miles de personas han muerto defendiendo lo que para nosotros es justo: la libertad. En las protestas en Túnez, cuenta la CNN de México, al menos 300 personas murieron y alrededor de 700 resultaron gravemente heridas. Todo comenzó por la inmolación de un vendedor de fruta, y a partir de ahí la gente empezó a hacer demostraciones masivas. Gracias a estas revueltas, el presidente Ben Ali renunció a su cargo en enero de 2011 dejando al pueblo tunecino disfrutar de su libertad.

La primavera árabe se extiende, y otros países siguen el ejemplo de Túnez. Egipto por ejemplo logra derrocar a su presidente, Hosni Mubarak, en febrero de 2011, tras 18 días de rebelión. Pero estas revueltas populares, a pesar de que a la larga lograron su principal objetivo, se llevaron a su paso a unas 365 personas que luchaban por la democracia y alrededor de 10.000 heridos, que fueron atendidos en hospitales gubernamentales, centros sanitarios y en centros médicos de campaña instalados en todas las provincias del país, informa Intereconomía.
Yemen es otro de los países afectados por esta primavera árabe y se suman unos 270 muertos a la lista de fallecidos desde que comenzaron estas revueltas. Los yemenís se levantaron y protestaron contra los 33 años de dictadura del presidente Alí Abdalá Salé que gobernaba bajo un régimen autocrático.

GDEIM IZIK: la bomba que movilizó al resto de países

Pero el gran detonante de la primavera árabe se dio en el Sáhara Occidental. Tras la invasión del pueblo marroquí, unas diez familias saharauis decidieron abandonar la ciudad de El Aaiún, el 9 de octubre de 2010, y retirarse con sus jaimas formando un campamento al que llamaron GDEIM IZIK. A los pocos días se fueron uniendo más y más familias hasta llegar a un total de 20.000 personas.

La carretera que llevaba al campamento, entre El Aaiún y la ciudad de Smara, estaba controlada por el ejército, la germandería y la policía marroquí, obstaculizando el paso a los recursos y a las personas que quisieran acceder a GDEIM IZIK. Estas eran intimidadas con piedras e incluso algunas fueron tiroteadas, falleciendo o quedando heridas gravemente.

Mohamed Lamin Mohamed Beshri, activista en lucha por los derechos humanos, cuenta en un documental para thawra, iniciativa activista que denuncia los derechos humanos en el Sáhara Occidental, que el objetivo de este campamento no era otro que luchar por la libertad del pueblo saharaui. Querían intentar parar el expolio masivo de los recursos del Sáhara Occidental que llevaba desde 1975, y cuyo único beneficiario era el ocupante marroquí.

GDEIM IZIK tenía constantemente contacto con el Gobierno marroquí a través del Comité Organizador del campamento, pero esto no solucionó absolutamente nada, ya que las propuestas marroquíes no eran contempladas por los saharauis.

“Cuando se encontraban con los coches de la gente del campamento, aceleraban y se marchaban rápidamente, evitando cualquier contacto con nosotros” acusa indignada Hedeidhum Laarussi, primera mujer en montar su jaima en el campamento, a la MINURSO (Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental).

Varios días antes del desalojo, el gobernador de El Aaiún intentó entrar en el campamento con un séquito de militares y policías para negociar con los saharauis, pero estos no se lo permitieron. Este rechazo supuso el cierre de la carretera que unía el campamento con la ciudad. GDEIM IZIK quedó totalmente aislado tanto para las personas que querían acceder a él, como a los suministros para poder subsistir.

Un buen día, en el mes de noviembre, los saharauis vieron que el campamento estaba rodeado de ambulancias, camiones cisternas y antidisturbios, esto les llamó la atención pero no hizo que huyeran. Esa misma noche, alrededor de las cinco de la mañana, los marroquíes empezaron a tirar bombas de gas lacrimógeno, balas de goma y balas reales. Los hombres saharauis sacaron a sus mujeres y a los niños del campamento mientras lo defendían tirando piedras contra los asaltantes.

Cuando los saharauis de la ciudad de El Aaiún se enteraron de que GDEIM IZIK había sido arrasado, salieron a la calle, quemando y rompiendo todo aquello que pertenecía al Estado marroquí. La ciudad estaba vacía, no había ejército para protegerla. Durante dos horas los saharauis consiguieron liberar el Sáhara, quitaron todas las banderas marroquíes. Pero esta libertad llegó a su fin cuando llegaron las tropas marroquíes a la ciudad.

Los marroquíes que vivían en El Aaiún fueron llamados por el ejército marroquí diciendo: “marroquíes, salid a por los saharauis, nos quieren echar de nuestra tierra”, estos salieron con palos y espadas asaltando las casas de los saharauis.

Tras el asalto a GDEIM IZIK se dieron alrededor de 200 detenciones entre hombres y mujeres. Los llevaron a la cárcel y allí recibieron toda clase de torturas con palos, cuerdas, sillas y cables eléctricos entre otros utensilios. Muchas de estas personas hoy en día cuentan que este hecho marcó su vida, que son personas distintas, antes y después de GDEIM IZIK.

“Fue un exilio en nuestro propio territorio”, cuenta Mustafa Ahmed, activista por los derechos humanos. “El ver como todo ha seguido igual nos ha hecho darnos cuenta de que eso no va a hacer que cambien las cosas, pero esa pérdida de toda esperanza es lo que nos lleva a la libertad, porque la vida de los pueblos es mucho más larga que la de los dictadores que la oprimen”

Los medios de comunicación dieron por sentado que el comienzo de la llamada primavera árabe tuvo lugar con el conflicto de Túnez. Pero esto no es así, GDEIM IZIK marcó un antes y un después para todas estas personas que luchaban únicamente por conservar sus raíces, su dignidad y sobre todo la libertad de la República Árabe Saharaui Democrática.

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